Reflexión sobre una posible trampa de pobreza en Colombia

18, May, 21 | Derechos Humanos, Inversión Privada, Notas de Desarrollo

Por: Paula Lozano, Gerente de Inversión Privada JA&A

Desde la crisis latinoamericana en los 80’s siempre hemos estado preguntando por qué ningún país en nuestra región logra superar las brechas económicas y sociales que nos alejan de los países desarrollados. La respuesta la creen haber dado varios estudios económicos, con modelos que incluyen números y fórmulas complejas que nadie entiende, sin embargo, lo que no se ha estudiado es el impacto que esos modelos pueden llegar a tener si no se modifican y se ajustan a las realidades de cada nación. Es el caso de Colombia con las regiones más afectadas por la violencia y la pobreza (Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial – PDET), donde los modelos tradicionales no tienen cómo aterrizar y los hacedores de política no logran transformarlos porque desconocen de primera mano lo que pasa en las regiones y municipios. Se toman decisiones desde el nivel central sin reconocer primero que estas regiones son especiales por tener unos factores diferenciales en cuanto a productividad frente al resto del país. Por ejemplo, en promedio solo el 18% de los PDET cuentan con población afiliada al régimen contributivo de salud, cuando el Colombia es de más del 40%, lo que da luces respecto a la brecha en la formalidad laboral. Además, el sector privado, que se muestra como una salida para la competitividad, se estrangula cada vez más. Solo de 2019 a 2020 se desaceleró el crecimiento de nuevas empresas en un 42% en estos municipios. 

Estos aspectos no se dan porque nosotros hayamos decidido nacer así, sino porque hechos estructurales como el conflicto armado, institucionales como el problema de tierras, y políticos como las reformas, han provocado que los municipios PDET en Colombia, (y Colombia en Latinoamérica), parecieran estar sumidos en una trampa de pobreza. Este engaño se da producto del colapso en el crecimiento de un territorio que no tiene capacidad de respuesta para, en la crisis, aprovechar las complementariedades del mercado ocasionando la aplicación de medidas incorrectas en el corto plazo que no responden a las necesidades del largo. 

Si bien la pandemia afectó fuertemente a todo el mundo, los aspectos mencionados anteriormente estarían reflejando que, en caso tal que viniéramos recuperándonos del colapso económico de 2014 con el precio del petróleo, el flotador salvavidas se nos alejó mucho más ahora con la crisis por la emergencia sanitaria. Es decir, la recuperación de una recesión larga tiende a depender de razones distintas de su origen, ahora no vamos a hablar de no depender de los ingresos por exportaciones de hidrocarburos sino de cómo impulsar los emprendimientos locales y disminuir el desempleo, el cual alcanzó su máximo con 15,9% en febrero de 2021. 

De esta forma, es importante recordar la historia y reconocer esos errores durante las crisis que hoy en día deberían permitirnos conocer las fallas de mercado que pueden estar estancando el avance económico de los países de Latinoamérica, más aún en el plano regional de Colombia, que resulta ser muy diverso. Terminamos pues, siendo ese grupo huérfano que sufre largas recesiones y donde son más intensas que en otros lugares. De esta forma, esos episodios negativos coinciden con una serie de cambios políticos y económicos, algunos transitorios y otros no. 

Por estas razones, y algunas más, el país tiene que hacer un múltiple esfuerzo para recuperarse. Primero hay que entender que estamos quedados porque los periodos de crisis y los periodos austeros, no emergen como producto de choques temporales sino más bien de deterioros permanentes en la capacidad de una economía para generar un alto nivel de vida: garantizar acceso a educación, servicios públicos, herramientas tecnológicas, vías, etc. Una vez se entiende eso, se reconoce que hay diferencias en productividad porque dicha capacidad de generar nivel de vida, no está construido de forma homogénea en el territorio. La trampa está en que, las personas en los PDET, en Colombia, y en Latinoamérica, nacen con menos de lo que podría tener, y en su futuro, pese a los esfuerzos del gobierno y otros actores, es muy probable que tengan menos que ahora porque mientras todavía estamos subsanando una recesión de hace 8 años, llegarán más que se acumulan, y nos será más difícil pasar esa línea de meta que separa la trampa de pobreza, del desarrollo.

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